Hay un dicho en el matrimonio: los primeros años son los más duros. Todas las parejas tienen desacuerdos y desafíos. Cada cónyuge comete errores. Sin embargo, hay principios que, cuando se ponen en práctica, pueden ayudar a construir y fortalecer cualquier matrimonio.
Lo primero es reconocer que la única persona a la que puedes cambiar, es a ti mismo. Con fe, esfuerzo y la ayuda de Dios, cualquier persona puede experimentar un cambio en su corazón, actitud e incluso hábitos. He aquí algunas sugerencias sobre cómo incorporar estos principios en tu matrimonio.
Mantén a Dios como el número uno: En la medida en que ambos cónyuges se esfuercen en seguir los mandamientos de Dios, se mantendrán unidos. Mantenerlo a Él a la cabeza del matrimonio, ayudará a conservar las prioridades correctas en la vida.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes y esté a sus anchas. Tengan sabiduría, para que se puedan aconsejar unos a otros y se afirmen mutuamente con salmos, himnos y alabanzas espontáneas. Que la gracia ponga en sus corazones un cántico a Dios, y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses, 3, 16-17
Palabra de Dios
Realiza un honesto autoexamen con regularidad: Todos deberíamos analizarnos de vez en cuando a nosotros mismos y prestar atención a las fallas o malos hábitos que puedan ser perjudiciales para nuestra relación matrimonial. Escuchar con un corazón honesto y humilde, es lo que en verdad nos ayuda a vernos como en realidad somos.
Adopta con rapidez las medidas necesarias para arrepentirte: El arrepentimiento es algo más que una profunda tristeza, o sentir pesar por algo. Significa alejarse completamente de lo que es perjudicial, o malo y dedicarse a la modificación de ese defecto. Los cónyuges que sinceramente se esfuercen por cambiar, establecerán un maravilloso impulso de renovación, armonía y paz en sus relaciones.
Comprométete a perdonar: Tu cónyuge puede hacer cosas que son hirientes, pero ten en cuenta a la persona entera, no solo la acción que hace daño. Recuerda los rasgos de la personalidad que te gustan de él, de ella, que admiras y aprecias. Sé sensible y ten compasión por tu pareja. Entender la razón detrás de un acto que hace daño, es la mitad de la batalla ganada. No te desanimes y no te aferres al resentimiento, Un recuerdo doloroso no elimina todo el trabajo difícil que un cónyuge ha puesto para recibir el perdón. Tómate un momento para revisar el proceso de perdón de nuevo y recordar no solo por qué tú perdonaste, sino también la paz que puedes sentir al tomar la mejor decisión. PADRE NUESTRO…
Confía en Dios: Es gracias al sacrificio de Cristo por nosotros, que el perdón es posible. Confía en que, como nosotros perdonamos, Dios va a hacer que de alguna manera las cosas marchen bien. Él también te dará la fuerza cuando parezca imposible perdonar por tu cuenta.
¡Bendito el que confía en Yavé, y que en él pone su esperanza!
Palabra de Dios
Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua, y que alarga sus raíces hacia la corriente: no tiene miedo de que llegue el calor, su follaje se mantendrá verde; en año de sequía no se inquieta, ni deja de producir sus frutos. Jeremías, 17, 7-8
Trata a tu pareja con mansedumbre: Marido y mujer tienen el deber de trabajar para lograr un matrimonio armonioso. No le hables a tu cónyuge en un tono degradante. Conserva solo palabras suaves en la relación. La humildad y la mansedumbre fortalecenla relación del matrimonio.
Y ustedes, maridos, sean a su vez comprensivos en la vida en común. Sabiendo que sus compañeras son seres más delicados, y que ambos comparten la gracia que lleva a la vida, eviten las amenazas. Este será un buen medio para que Dios escuche lo que ustedes le pidan. 1 de Pedro, 3, 7
Palabra de Dios
Coloca a tu cónyuge primero en cada decisión: Ten siempre presente las consecuencias de cada decisión y acto en el matrimonio. Los cónyuges son compañeros y deberían tratarse el uno al otro como al mejor amigo, como a la mejor amiga. Es el viaje de la vida que lo podemos hacer placentero, Analicen las grandes decisiones y estén abiertos a tener la mejor comunicación, afectiva y efectiva.
Trata de ayudar y fortalecer a tu pareja: Nunca, jamás destruyas a tu esposa, a tu esposo, no importa cuán enojado o acalorado estés. Eleva el carácter y la reputación de tu pareja cuando hables de él o de ella con los demás. Nunca te quejes de tu cónyuge con tus amigos o amigas. Si hay un problema en la relación, trabaja con tu pareja para arreglarlo. Si se necesita consejeros externos, vayan a un consejero espiritual o profesional. Busquen la persona indicada, oren antes para encontrar el mejor camino de reconciliación.
Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros con amor.
Palabra de Dios
Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu.
Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Efesios 4, 2-6
Un buen matrimonio no es algo que se puede lograr fácilmente, cuesta mucho trabajo. Pero cualquier cantidad de tiempo y esfuerzo que se invierta en la relación de pareja, vale lo que pesa y vale la pena.
Ningún logro material, académico, profesional o laboral justifica una separación o un divorcio.
LO PRIMERO SIEMPRE SERA TU MATRIMONIO, LO MAS IMPORTANTE SON TUS HIJOS Y TU FAMILIA, VALORALOS EN EL PLAN DE DIOS.